viernes, octubre 14, 2011

Echado fuera del nido

En Europa, el águila, majestuosa ave de rapiña, construye su nido a una altitud de 1500 metros más o menos, en rocas escarpadas. Lo hace con ramas y lo tapiza con materiales más suaves como lana y pieles, para que sea más confortable. Los aguiluchos permanecen mucho tiempo allí, pero cuando llega el tiempo en que deben aprender a volar, el águila emplea un método de educación muy singular. Saca del nido todo lo que lo hace cómodo y la madre empuja al aguilucho al vacío. Pero ella vigila volando por encima de él para tranquilizarlo, y lo incita a imitarla. Si el aguilucho se acerca peligrosamente al suelo, su madre, rápida como un rayo, se lanza debajo de él y lo recoge sobre sus alas.

¡Qué hermosa imagen de los cuidados de Dios para con sus hijos! Él quiere verlos crecer, madurar y estar firmes en la adversidad. A veces, mediante fuertes pruebas, él trastorna una vida demasiado cómoda. ¿Hay que dudar de su amor, sentir pánico o perderse en los porqués? ¡No! Como el águila que no pierde de vista a su aguilucho, nuestro Padre celestial nos vigila. Quiere hacernos experimentar su presencia en el torbellino. Quiere mostrarnos su poder y sus cuidados. La fe no es una cuestión de emoción o de sentimientos, se expresa con hechos: confiar en nuestro Señor, quien conoce muy bien las necesidades de sus redimidos.

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Pastor Elias Alves