Vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. – Gálatas 2:20.
Rachel hablaba con su compañero Richard cuando dos muchachos de su colegio les dispararon, hiriendo a Richard en la médula espinal y a Rachel en las piernas y el tórax. Uno de los agresores la agarró del pelo y le preguntó: –¿Crees en Dios? –Ya sabes que sí, contestó ella. –Entonces ve a juntarte con Él, dijo el criminal mientras le disparaba una bala en la cabeza. Esto sucedió el 20 de abril de 1999 en los EE.UU.
Rachel amaba al Señor y era consciente de que el tiempo pasa rápido. En su diario había dibujado la palma de una mano y en su interior había escrito: «¿Qué harías si tuvieses que morir mañana? ¿Qué te sucedería? ¿Adónde irías? Mañana no es una promesa sino una suerte que podría no volver a presentarse. ¿Qué pasa después de la muerte? ¿En dónde pasarás la eternidad? ¿Tendrás una vida eterna en la presencia del Padre que nos ama, o estarás para siempre lejos del Salvador Jesucristo? La eternidad está en tus manos… ¡cámbiala!».
Su madre contaba: –Rachel tenía dos sueños: testificar de Dios y vivir siempre en su presencia. Dios cumplió ambos deseos mediante su muerte. En su diario también se puede leer: «Si tuvieses que hacer una lista de tus cinco prioridades, ¿cuáles serían? Ésta es la mía: 1. Dios 2. Familia 3. Amigos 4. Mi futuro 5. Yo».
Lector, al igual que Rachel, ¿es consciente de la brevedad de la vida y de la necesidad de vivir cada día como si fuese el último?
No hay comentarios:
Publicar un comentario