jueves, diciembre 31, 2009

Cuando el Hombre Escucha , Dios Habla

María… sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. – Lucas 10:39.


Si alguno tiene oídos para oír, oiga. – Marcos 7:16.

Esta corta frase es importante. Escuchar, ¿no es el menor signo de respeto por parte de la criatura hacia su Creador? Esto quiere decir prestar oído con atención. Por nuestra parte supone una implicación más intensa que el simple hecho de oír.

La Biblia nos invita a escuchar lo que Dios dice, sobre todo respecto a la salvación de nuestra alma. Somos pecadores, pero mediante su sacrificio en la cruz del Calvario Jesús, el Hijo unigénito de Dios, soportó en nuestro lugar el castigo que merecíamos. “Oíd, y vivirá vuestra alma” (55:3), escribió el profeta Isaías siglos antes de Cristo.

Cuando alguien ha creído en Jesús y ha recibido la vida divina, debe comportarse de una manera digna del Señor para agradarle en todo (Colosenses 1:10). Por eso para esta persona es importante escuchar, conducida por el Espíritu Santo, lo que la Palabra de Dios le revela, para que siga en la buena dirección. El camino está sembrado de trampas, y Satanás, el enemigo de los hombres, tratará de hacernos tropezar.

Entonces, hagamos como el joven rey Salomón: en su oración pedía a Dios “un corazón entendido” para hacer frente a sus responsabilidades (1 Reyes 3:9). No olvidemos lo que dice el apóstol Santiago: “Todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse” (Santiago 1:19).

El Árbol de Navidad.


Tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella. – 2 Timoteo 3:5.

De la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe. – Colosenses 2:6-7.

Desde hace varios años, en Navidad se «planta» un abeto de cerca de veinte metros de altura en la esquina de la plaza Kléber en Estrasburgo (Francia). Ese árbol causa la admiración de numerosos transeúntes.

Sin embargo, por más hermoso que sea, presenta una diferencia fundamental con todos sus semejantes que pueblan los bosques de los alrededores. En efecto, este abeto no tiene raíces. Sencillamente fue cortado y «plantado» en medio de los adoquines. Durante unos días, dará la impresión de estar vivo.

Muchas personas se parecen a este árbol: Tienen una apariencia de vida religiosa. Con una sólida cultura cristiana frecuentan oficios y participan de obras caritativas, pero sin tener una verdadera relación con Dios.

Después de las fiestas se quitará el árbol y el hueco será nuevamente tapado. Pero, ¿qué se hará con el majestuoso árbol de Navidad? ¡Se convertirá en leña para calefacción o en algunas tablas! Los demás abetos, en cambio, seguirán creciendo y viviendo.

Si nuestra fe se resume en pertenecer a una religión, somos como ese árbol. Nuestra vida cristiana sólo es apariencia. Quizá fuimos bautizados o casados en una iglesia. Dicho de otro modo, somos cristianos de circunstancia. Pero si conocemos a Cristo como nuestro Salvador personal, nuestra vida espiritual está enraizada en él. ¿Tenemos esta relación viva con Dios?

lunes, diciembre 28, 2009

Arrojarse al Vacío.

Encomienda al Señor tu camino, y confía en él; y él hará. – Salmo 37:5.


Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito. – 2 Timoteo 1:12.

Mientras el paracaidista no se haya lanzado al vacío, no puede sentir las cuerdas del paracaídas que lo sostiene. Primeramente debe dar el salto como principio de confianza, y sólo después constatará que es llevado. Asimismo, mientras no confiemos verdaderamente en la Providencia divina para nuestras necesidades, no podremos experimentar sus efectos en nuestra vida.

De hecho, nos cuesta confiar. Las promesas del Evangelio no nos bastan, queremos ver, por lo menos un poco, para creer. Pero sólo podemos conocer la ayuda de Dios si le damos la oportunidad de manifestarse. Siempre debemos, pues, dar el primer paso en el camino de la fe. Para eso no hemos de calcular y prever todo, ni procurar resolver todo por nosotros mismos. Sencillamente debemos apoyarnos en el Señor.

Por supuesto, hemos de ser sensatos, precavidos, calcular nuestros gastos y pensar en nuestro porvenir, pero todo depende del estado de ánimo en el que lo hacemos. Por miedo a quedarnos sin lo necesario, en el fondo por falta de confianza en Dios, podemos programar todo por adelantado hasta con respecto a los menores detalles. Pero lo que honra al Señor es que preveamos sin inquietud lo que es legítimo y que nos entreguemos a Dios, quien proveerá lo que nos haga falta, incluso lo que supera nuestras posibilidades humanas naturales – Efesios 3:20.

martes, diciembre 08, 2009

¿MIRAR A QUIEN Y COMO?

Jesús… dijo: Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer. – Marcos 8:1-2.


El ojo misericordioso será bendito, porque dio de su pan al indigente. – Proverbios 22:9.

En el evangelio de Juan leemos: “Cuando alzó Jesús los ojos, y vio que había venido a él gran multitud, dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?” (Juan 6:5). Refiriéndose a este mismo hecho, el evangelio de Marcos dice que Jesús “tuvo compasión” de la multitud.

¿Cómo miramos a los demás? Jesús nos enseña a no considerarlos como inoportunos y a interesarnos primeramente por sus necesidades más urgentes, pero con la perspectiva del amor de Dios, que ama a todas sus criaturas: “De tal manera amó Dios al mundo”, es decir, a toda la humanidad. Todas las personas que encontramos son preciosas a los ojos de Dios, hasta tal punto “que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16).

Cristianos, ¿cuál es nuestra mirada hacia los que nos rodean? ¿Mirada de envidia? (Salmo 73:3). ¿Mirada de menosprecio o indiferencia? (Lucas 10:31-32). La Escritura nos pone en guardia contra tales miradas: “Guárdate de tener en tu corazón pensamiento perverso”… y de mirar “con malos ojos a tu hermano menesteroso” (Deuteronomio 15:9).

Consideremos a los que nos rodean con una mirada de bondad y franqueza, como Jesús miró al joven rico (Marcos 10:21). Para esto debemos vivir por la fe muy cerca de Jesús. De este modo veremos a nuestro prójimo con respeto, atención, compasión…

lunes, diciembre 07, 2009

EL BUEN PASTOR






Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. – Juan 10:11.






Ladrones y salteadores son aquellos que atentan contra la vida de las ovejas. En cambio, el “buen pastor”, el Señor Jesús, dio su propia vida para otorgar vida eterna a las ovejas.
El “buen pastor” está caracterizado por cuatro distintivos:

1. No sacrificó a los demás, como a menudo lo hacen los grandes de este mundo. No, él se sacrificó a sí mismo.

2. Se ofreció voluntariamente y dijo: “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida” (Juan 10:17). El Padre no tuvo que obligar a su Hijo, sino que éste, por su muerte voluntaria, dio a su Padre un motivo más para amarle.

3. Dejó su vida por sí mismo, porque tenía “poder para ponerla” y “poder para volverla a tomar”. Ningún ser humano tiene ese poder, es decir, la libertad, el derecho y la capacidad de dejar su vida y de volverla a tomar. Notemos de paso que es un serio pecado atentar contra la propia vida.

4. En esto el Señor tampoco obró de manera independiente de Dios. Él afirmó: “Este mandamiento recibí de mi Padre” (Juan 10:18). ¡Era el Hijo perfecto de un Padre perfecto!

Como resultado de su muerte, los creyentes tienen dos certezas: Jesús “da vida eterna” a sus ovejas y ellas “no perecerán jamás” (Juan 10:28). Esto significa sencillamente que tienen una eterna seguridad y asimismo una eterna bienaventuranza.

miércoles, diciembre 02, 2009

La Biblia




Para leer la Biblia Online haz Clik Aqui http://www.biblegateway.com/index.php





La mayoría de las personas inclusos las religiosas reconocen la palabra Biblia pero , desconocen su significado .Biblia es una palabra de origen griego (el plural de biblion, «papiro para escribir» y también «libro»), y significa literalmente «los Libros». Del griego, ese término pasó al latín, y a través de él a las lenguas occidentales, no ya como nombre plural, sino como singular femenino: la Biblia, es decir, el Libro por excelencia. Con este término se designa ahora a la colección de escritos reconocidos como sagrados por el pueblo judío y por la iglesia cristiana.


La Biblia está dividida en dos partes de extensión bastante desigual, llamadas habitualmente Antiguo y Nuevo Testamento (Escrituras Hebreas y Escrituras Griegas). A primera vista, la palabra «testamento» se presta a un equívoco, porque no se ve muy bien en qué sentido puede aplicarse a la Biblia. Sin embargo, la dificultad se aclara si se tiene en cuenta la vinculación de la palabra latina testamentum con el hebreo berit, «pacto» o «alianza».

La Biblia fue escrita bajo la inspiración del Espíritu Santo por más de 40 autores diferentes de todos los quehaceres de la vida: pastores, granjeros, fabricantes de tiendas de acampar, médicos, pescadores, sacerdotes, filósofos y reyes. A pesar de estas diferencias en ocupaciones y la asombrosa cantidad de años que fueron necesarios para completarla, la Biblia es sumamente cohesiva y unificada en propósito y fondo.
 
La Biblia contiene 66 libros, divididos entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
hay 39 libros en el Antiguo Testamento.  y  27 libros en el Nuevo Testamento
La Biblia se escribió en tres idiomas: Hebreo, Arameo, y Griego.
 Proximanente seguiremos brindando datos muy interesantes acerca de La Biblia

martes, diciembre 01, 2009

LA SEÑAL MAS IMPORTANTE DEL CRISTIANO


Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros. – Juan 13:34-35.

Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. - Romanos 5:8.


El portaequipajes del vehículo que precedía al mío estaba adornado con un pez metálico. Esto significa que su conductor quiere mostrar a los demás conductores que es cristiano.

A través de los siglos y hasta nuestros días, los cristianos utilizaron muchas señales para darse a conocer, pero existe una que eclipsa a todas las demás, una que atraviesa y supera todas las épocas y culturas. Como es universal, está destinada a subsistir durante toda la historia de la Iglesia, hasta el retorno de Jesús. Esta señal no es una marca exterior, sino una respuesta a un mandamiento dado por Jesús mismo: “Que os améis unos a otros”.

El amor está en el centro de la vida cristiana. Ya en el tiempo de Moisés, la ley divina decía: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Levítico 19:18). El Señor cambia el punto de referencia, el cual no es más yo, sino Cristo. ¿Y cuánto nos amó Jesús? Nos amó tanto que murió por nosotros (Juan 15:13). Nos amó de una manera desinteresada, con un amor que se da. Sí, este amor divino se diferencia del amor humano, el que por definición se orienta hacia lo que es amable. El amor de Dios constituye un rasgo de familia mediante el cual se puede reconocer a quienes por gracia son hechos hijos del Dios de amor (véase Efesios 5:1-2).

Datos personales

Pastor Elias Alves